O al menos así lo manifiesta Shigeru Miyamoto en una entrevista concedida para la revista XLSemanal del 23 de noviembre. Y lo dice con la madurez que se le supone a sus 56 años, y con el aval de haber buscado siempre el entretenimiento, ya sea cuidando cachorros de perro (Nintendogs), salvando princesas (Super Mario y Legend of Zelda), o salvando a un pobre extraterrestre perdido en la inmensidad de un jardín (Pikmin) pero todo sin derramar una sola gota de sangre.
Yo quiero estimular a los jugadores prescindiendo del uso excesivo de la violencia. Cuando juego con alguna de mis creaciones, pienso: «¿Es algo de lo que estoy orgulloso?, ¿puedo jugar con mis hijos sin preocupaciones?».
Resulta enriquecedor que diga esto teniendo en cuenta el panorama actual de videojuegos, donde parece que para el público adulto, o supuestamente adulto, cada vez hay menos sitio para una historia clásica de fantasía, de disfrutar sin necesidad de volver
a la Segunda Guerra Mundial ni de empuñar una Magnum en cada mano. Pero Miyamoto sigue en sus trece de apostar por el entretenimiento blanco que tan buenos frutos le ha dado. Aunque en el último año quizá haya estado demasiado obsesionado con atraer a nuevos jugadores, como con WiiFit o WiiMusic y haya dejado un tanto de lado las grandes aventuras que lo convirtieron en una leyenda viva de la industria del videojuego.
Fuente: Ecetia